La cúrcuma, ese rizoma dorado venerado tanto por sus beneficios para la salud como por su capacidad para transformar platos con su color y sabor, merece cuidados especiales en su almacenamiento. No basta con relegarla a un rincón de nuestra cocina. Para preservar sus propiedades y frescura, es imperativo seguir técnicas adecuadas de almacenamiento, desafiando la creencia común de que cualquier espacio fresco y seco es suficiente. Entre estas técnicas se destaca la importancia de evitar la exposición directa a la luz y la humedad, dos enemigos naturales de la cúrcuma que aceleran su deterioro. Además, el uso de recipientes herméticos no solo es recomendable sino necesario para mantener intactas sus cualidades organolépticas. La cúrcuma fresca, a diferencia de su versión en polvo, es aún más susceptible a los elementos y requiere de un manejo cuidadoso para garantizar que su contribución a nuestra cocina y salud permanezca inalterable.